Identifier: laperdiciondelam02prez (find matches)
Title: La perdicion de la mujer, novela de costumbres
Year: 1866 (1860s)
Authors: Pérez Escrich, Enrique, 1829-1897
Subjects:
Publisher: Madrid, Guijarro
Contributing Library: Robarts - University of Toronto
Digitizing Sponsor: University of Toronto

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tregarla? —Soy una mujer que posee un secreto, dijo la moribundacon débil acento; secreto de suma importancia para aquella queen los papeles que contiene la cartera se llama Laura: no ol-vide usted ese nombre; el mió es Vicenta Pósales. Iba á Ma-drid, porque, sintiéndome mala, temia morirme llevándome alsepulcro mi secreto. Laura Burgos es hermana del millonarioNarciso de Pioalto. Ahí, ahí en la cartera se hallan mas por-menores. Laura es pobre. Yo no podia hablar... pero don Agus-tín deRioalto ha muerto... Entregue usted esos papeles... No pudo acabar. Su cuerpo sufrió un brusco sacudimiento,quedándose rígido é inmóvil. Habia muerto. El padre Miguel permaneció unos instantes contemplandoel cadáver de aquella mujer, y después de encomendar su almaá Dios, condujo el cadáver hasta donde tenia su caballería. Allí, no sin algún trabajo, logró colocarle sobre el albardon. Después .siguió el camino adelante. Afortunadamente el pueblo del padre Miguel no distaba de
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seg-uia camino adelante. DE LA MUJER. 379 aquel sitio mas que dos horas, y llegó á poco de oscurecer con-duciendo el cadáver. Inmediatamente dio parte al alcalde de lo acontecido, ocul-tándole lo de la cartera y el encargo que la difunta le habiahecho. El cadáver se enterró en el Campo Santo al dia siguiente. El padre Miguel encerróse en su modesto cuarto, y sepuso á leer los papeles que contenia la cartera, diciéndose parasí mismo: —Tal vez este asunto me ponga en el caso de hacer unviaje á Madrid. Y efectivamente, la lectura de aquellos papeles, que prontoconocerán nuestros lectores, le hizo emprender el viaje, puesse trataba de hacer un bien al prójimo. El encuentro con Felicidad habia retrasado algunas horaslas diligencias que se disponia á practicar el sacerdote. CAPITULO VIL LOS RUEGOS DE UN HOMBRE JUSTO. Cuando el marqués de Fontan abandonó la cama, su ayudade cámara le dijo: —Señor, un pobre sacerdote espera en la antesala hacemas de una hora; vino muy te

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