Identifier: laperdiciondelam02prez (find matches)
Title: La perdicion de la mujer, novela de costumbres
Year: 1866 (1860s)
Authors: Pérez Escrich, Enrique, 1829-1897
Subjects:
Publisher: Madrid, Guijarro
Contributing Library: Robarts - University of Toronto
Digitizing Sponsor: University of Toronto

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xiones,no habia visto á Andrea, que triste, llorosa, se hallaba detrásde él contemplándole con veneración y cariño. De pronto volvió la cabeza. —¡Ah! ¿está usted ahí? —Sí, padre mió, lo he oido todo. Y Andrea se arrojó en los brazos del anciano. Aquel grito del alma que le enviaba Andrea fué desde en-tonces el dulce lazo que unió á aquellos dos séres. CAPÍTULO VII. OTRA VEZ A LA CALLE DEL OLMO. Aquella misma noclie Arturo recibió una carta y un ma-nojo de llaves.Decía así: «Señor vizconde de Villaíbrt: Muy señor mió. He despedi-do á los criados, y remito á usted las llaves de la casa de lacalle del Arenal, donde encontrará usted todo lo que le per-tenece. »Aprovecho esta ocasión para ofrecerme su servidor.—Ra-fael Rodríguez:» Arturo arrojó la carta á la chimenea con marcado des-precio. La rabia se dibujaba en su semblante.Pero dejemos al vizconde para ir á encontrar á otros perso-najes de esta novela que hace algún tiempo tenemos olvidados.
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y levantando el farol para alumbrarle. DE LA MUJER. 129 Entremos en la modesta habitación de don Fernando deKequena. Allí está Sofía, sencilla, pero hermosa como siempre yocupada en su labor, porque el trabajo aparta de la mente losmalos pensamientos. Lorenzo, sentado junto á la joven, lleva palabra. —Sí, amigos mios, estoy contento, porque Jespues de todome interesaba vivamente la pobre Andrea. —Pero ¿resueltamente ha reñido con el vizconde? JPT-egun™tó don Fernando. —Reñidos del todo, para no volverse á hablar nunca. —¡Pobre Andrea! Dice el doctor que está muy enferma,objetó Sofía: ¡tengo tantas ganas de verla! —Si todo lo que acaba de contarnos Lorenzo es cierto,iremos un domingo á visitarla, cuando se hallen instalados enla casa de campo. —¿Y dónde tienen esa casa? preguntó Sofía con interés. —No nos hemos decidido aún, repuso Lorenzo. Anoche leí-mos en el Diario de Avisos varios anuncios, y don Rafael dijoque era preciso verlas. Sin embargo

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